Dos años en el Bosque

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My Little Guinea

Mi madre siempre sostuvo que,  cuando me concibió (concibieron, papá tendría algo que ver, supongo, aunque nunca lo reconociera en realidad), sintió que un rayo de luz le penetraba  y le iluminaba el alma. Eso siempre, digamos, me condicionó, hasta que, cuando empecé a indagar en el ocultismo,  allá sobre los 18 o 19 años, me enteré que el alma, lo que se dice el alma,  no se une definitivamente al feto hasta el 6° mes de embarazo. De los 3 meses a los 6,  viene y va, entra y sale. Antes de los 3 meses está por ahí, echando  un vistazo desde las nubes, entiendo,  por si papá y mamá cambian de idea. En la concepción, toma forma un vehículo que resuena vibratoriamente (por afinidad o todo lo contrario) con su trabajo kármico y evolutivo, pero sólo es aun una posibilidad entre otras muchas. Desde entonces,  su versión  adaptada de la concepción de la Virgen María me pareció más que discutible. Máxime porque desde siempre me han dicho desde niño que era la fotocopia viviente de mi padre, pero mejorada y enriquecida por la mezcla de las dos razas (negra y banca) en mi caso.

Sea como sea,  nací ochomesino, por la vida y el carácter de mi madre, en unas circunstancias que se asemejaban más a un campo de batalla que al hogar dulce hogar versión The Handmaid’s Tale. Por favor, ahórrenme el discurso de bioneuroemoción y demás «bios» al respecto de mi prematurez para no tener que desmontarlo. Soy prematuro en todo. Llego antes de tiempo.  Pienso antes de tiempo. Siento antes de tiempo. Actúo antes de tiempo.  Y me voy antes de tiempo. Tengo una arritmia cardiaca intratable e incorregible, que tanto puede oscilar entre la braquicardia más absoluta y la taquicardia más loca, y que se ha llegado a convertir en una brújula milimétrica que me indica si estoy pensando, sintiendo y haciendo lo adecuado, además de avisarme si estoy en el lugar correcto con la persona oportuna.  Y ya está. Un regalito de mi alma.

No siempre la he hecho caso. Tiempo me ha costado, empeñado en entrar por el mismo aro que todo el mundo. El coste ha sido alto, pero es que nadie me preparó para lo que se me venía encima. Nadie no es cierto del todo.  Mi madre templó mi carácter mucho más que mi padre. Mi padre inspiró a mi alma mucho más que mi madre.  Luego,  la cosa se les fue tan de las manos que, sencillamente,  ya no sabían que hacer conmigo (básicamente porque no sabían que hacer con ellos sobre todo, con ellos cómo individuos a medio o sin individuar, y con ellos como individuos que se negaban a individuarse con la excusa de sobrellevar una relación y un matrimonio… como casi todo el mundo  de hecho).

Sea como fuere,  no me apetece en absoluto recapitular, ni muchísimo menos compartir,   mi propio camino de individuación. Ha sido largo, complejo, seco,  árido y escarpado -(es decir, Ascendente en Capricornio)-,  como subir una puta cumbre sólo para descubrir que la cima sólo es la base del siguiente risco… y así. Una y otra y otra vez. Decir sólo que mi primera experiencia radical de ser único e individual,  radicalmente distinto a la parte que me venía de mi padre o de mi madre, sucedió allá hacia los 7 años,  cuando frente a la ventana de mi cuarto, de noche, miré hacia arriba y pregunté,  no se a quien ni a donde, «como demonios se le había ocurrido ponerme aquí, en este mundo». Mis charlas nocturnas con Aquello, que mucho más tarde reconocí como la Conciencia Crística,  se extendieron hasta los 11 o 12 años, momento en el que la edad del pavo me abdujo completamente hasta, digamos, mi primera experiencia sexual a los 16, y también, mi primera relación de verdad, que me hizo despertar abruptamente a mi tremenda sensibilidad,    y también, poder   para con el mundo femenino. Sí sí, eran los 90s, siglo XX, empezábamos más tarde todo. Incluso los prematuros como yo. Antes de eso,  veía a las niñas como una especie de amigo-coleguita,  pero sin pene. No tanto así a las mujeres mayores, que para mi suponían,  por razones demasiado privadas para poner aquí, arena de otro costal. Un año antes  de eso,  un astrólogo amigo de mi madre me vaticinó una vida compleja en la que, recuerdo estás palabras: «tendría que estar de vuelta donde los demás estaban de ida». Entonces me reí. Ya no me río.

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Grabado Antiguo de Capricornio

A partir de entonces,  ese destino prematuro, de estar de vuelta y media de todo, empezó a manifestarse a las claras. Tuve mi primera experiencia de amor total a un hombre, no en el sentido homosexual convencional, sino en el sentido en el que lo vivían los griegos, a los 18 años. Físico, emocional, mental y espiritual.  Entre los 19 y 20,  experimenté mi primera relación tántrica mucho antes siquiera de saber que era eso. Entre los 20 y los 22, de nuevo, mi reencuentro con la Conciencia Crística,  desde un lugar que ya no era infantil,  pero tampoco lo suficientemente maduro para sostenerla.  A los 22,  mi primera experiencia de sufrimiento extremo y de sentir claramente la presencia  y la voz de la muerte dándome a elegir entre la vida  o irme tranquilamente con ella.  Entre los 22 y los 25, mi primera experiencia real de amor y de servicio incondicional.  A los 25,  mi primera experiencia clara y rotunda de No-Dualidad.  A los 26,  mi primera experiencia de Inflación Espiritual ( cuando el nivel del ego/personalidad se intenta apropiar de las cualidades de nivel  del alma espiritual). A los 27, mi primera experiencia con lo más oscuro y denso de mi nivel de sombra, es decir, de los patrones mas jodidos mi carácter y temperamento. A los 28,  mi segunda experiencia de Inflación Espiritual. A los 29, coincidiendo con mi primer retorno de Saturno, mi experiencia de paternidad. A los 30,  fin irrevocable del hippismo. Entre los 30 y 35,  comienza el aterrizaje del Espíritu a través del aprendizaje y el trabajo psico-corporal,  pero aun sobre un fondo teñido de una huida sostenida de las responsabilidades y pesares del mundo material, justificado por un discurso Ad-vaita y Escapista.  A los 35 (1a Cuadratura de Saturno tras el Retorno), empieza el pinchazo definitivo de la Burbuja Espiritual y la imposibilidad de seguir huyendo, como dice alguien a quien quiero y respeto: «eternamente hacia adelante». De los 35 a los 37, fin irrevocable del Advaita, comienza un trabajo psicológico, serio e intensivo, de integración de todas mis estructuras de conciencia, desde el Temperamento a la Divinidad. A los 37, el aterrizaje se completa despues de mi segundo escarceo con la muerte y la locura. De los 37 a los 40, mi primera y última experiencia de compromiso con alguien distinto a mí mismo -matrimonio-,  mientras sigo apuntalado el trabajo psicológico sobre todas mis estructuras de conciencia, trabajando de sol a sol.  A los 40 (Neptuno sobre mi Sol y Plutón opuesto a Saturno), otro tremendo ostión. Mi ex-mujer me deja y pierdo simultáneamente mi matrimonio,  mi casa y mi trabajo,  lo que me hace experimentar durante meses en un estado alterado, expandido  y lúcido de conciencia.  De los 40 a los 44,  que casi tengo ahora, me concentro en el mismo trabajo sobre las estructuras de conciencia pero realizado también  desde un lugar esotérico, sin dejar de incluir el psicológico.

Bien. Y aquí estamos. En el tercer ostión (no hay dos sin tres, y este es triple: cuadratura Saturno-Venus, Oposición Saturno-Saturno y Oposición Urano-Urano) que abre, a lo que parece, la tercera y última de las fases alquimicas: la Rubedo o fase en Rojo. Mi Nigredo (fase en Negro) empezó a los 35 años. Mi Albedo  (fase en Blanco) a los 40. Y parece a toda vista que mi Rugedo acaba de empezar o a punto estamos. Ciertamente,  cada una de estas fases contiene también las tres, es decir que la Nigredo, la Albedo, y la Rubedo contienen su propia Nigredo, Albedo y Rubedo  más  cortas e intensas, que, a su vez, contienen otras tres, en una especie de juego fractálico ad infinitum.

No voy a explicar aquí, porque ocuparía demasiado espacio,  en que consisten estás tres fases alquímicas, sobre todo desde el punto de vista psicológico y esotérico. Para una primera aproximación,  he encontrado dos formidables artículos, uno  sobre las fases de la alquimia personal firmado por David Topí (www.davidtopi.net)

http://www.davidtopi.net/las-fases-de-la-alquimia-personal/

Y otro sobre las correspondencias entre las tres fases alquímicas, los arquetipos  planetarios  y la evolución del Alma:

http://pasajeros.en.transito.over-blog.es/article-nigredo-albedo-rubedo-54491826.html.

Plate 1 - Earthly Darkened Man
The Entire Earthly, Natural, and Dark Man, 1723. From Johann Georg Gichtel

Para un estudio mucho más profundo  lean ustedes Psicología y Alquimia de Carl Jung, o, si prefieren, algo menos denso, cualquier trabajo suyo menor, como Las Relaciones entre el Yo  y el  Inconsciente o Arquetipos e Inconsciente Colectivo, donde se especifiquen y se expliquen las tres fases progresivas de la  integración psíquica y espiritual:

-La integración de la Sombra (Nigredo).

-La integración  de la polaridad Animus/Anima o masculino/femenino (Albedo).

-Y la integración de todo lo anterior  y de la Totalidad Psíquica en un Ser Indivisible/Self (Rubedo), que Jung llamó la Realización del Si Mismo, y el común de la gente  Iluminación, que no es exactamente, ni de lejos, la misma cosa.

A este proceso, en tres fases alquímicas,  cada una de las cuales  tiene tres y otras tres y otras tres (esto lo digo yo, no el sr. Jung), lo llamó este, y muy correctamente,  Individuación. Ya he repetido  por activa y por pasiva, en distintos artículos, que está Individuación no es otra cosa que la integración de las estructuras pre-personales, personales y trans-personales de conciencia dentro de una Totalidad Psíquica Ordenadora  y Ordenada: el Self.

Recapitulando  pues,  para que nadie se pierda: hay Nigredo, Albedo y Rubedo. En la Nigredo se trabaja la Sombra (psicológicamente, los niveles pre-personales de conciencia). En la Albedo, segun Jung, se trabajaría  la dualidad/ polaridad (psicológicamente los niveles personales de conciencia). Según mi experiencia no es así:  en la Albedo se trabaja la Trascendencia y  los niveles trans-personales de conciencia. En la Rubedo, según Jung, se trabajaría la Integración de la Sombra y la Dualidad/Polaridad en una Unidad Integrada y Trascendente de Ser (es decir, las estructuras y niveles trans-personales  de conciencia). Según mi experiencia,  en la Rubedo se trabaja la integración de los niveles pre-personales y trans-personales en una estructura individual y personal, o si se quiere, la integración  de la Sombra (Nigredo) y la Luz (Albedo) en la Sangre o el Rojo o el Cuerpo (Rubedo).

Bien, no se si habrá quedado muy claro, o sólo habrá empeorado las cosas,   pero no hay forma de entender esto si no es de una forma práctica. Cada fase/etapa  alquímica contiene también las otras tres:

-Hay entonces una Nigredo-Nigredo, una Nigredo-Albedo y una Nigredo- Rubedo.

-Hay una Albedo-Nigredo. Una Albedo- Albedo. Y una Albedo-Rubedo.

-Por último,  hay una Rubedo-Nigredo. Una Rubedo-Albedo. Y una Rubedo-Rubedo.

Explicar la experiencia psicológica y esotérica de cada una de estas fases es algo demasiado complejo para hacerlo aquí. Sin embargo, conocerlas constituye un excelente mapa alquímico para ubicar la evolución  del alma y la conciencia.

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Fases Alquímicas: Nigredo (Putrefacción)- Albedo (blanquamiento)- Rubedo (Enrojecimiento)

 

Personalmente, sé que comienza,  o pronto lo hará para mí,  la fase de Rugedo.  A los 40 años comenzó mi fase de Albedo-Nigredo. A los 42, un año despues de comenzar mi vida en el bosque, comenzó mi fase de Albedo-Albedo (Doble Albedo), una fase alquímica y tambien tántrica  que pide y solicita una completa purificación en la que se experimenta una absoluta falta  y retirada del deseo, no sólo sexual, sino ante cualquier objeto  sensorial, emocional  y mental.  Hace  poco,  la retirada sensorial que uno experimenta en el Albedo-Albedo,  comenzó a transitar a un Albedo-Rubedo como anticipo del ingreso definitivo en la fase de Rubedo, es decir,  de sublimación e integración de la Psique.

De hecho,  no estoy seguro aún de estar todavía en la fase de Albedo-Rubedo o empezar ya a transitar la crítica y difícil etapa del Rubedo-Nigredo. Muchas cosas que experimento ahora saben a la fase de Nigredo, saben a  Sombra y a Putrefacción, pero experimentada ya desde un lugar no personal, sino impersonal y colectivo, y,  por lo tanto,  trascendente.

Es posible que la fase de Albedo-Rubedo se extienda hasta que cumpla mis 45 años, fecha para la que llevo años preparándome -(esta es una de las pocas ventajas que tiene ser astrólogo)-, donde tendré una conjunción  explosiva de Plutón y Saturno (y casi Júpiter, en un orbe más amplio) sobre mi Marte y Ascendente, o la etapa de Rubedo comience justo ahora y culmine, más o menos, por esa fecha.  Pero que mi vida sabe ya a Rojo, a integración  de la Sombra y la Luz, o de los elementos  pre-personales y trans-personales de conciencia en una nueva dimensión del yo (no confundir con el ego/personalidad  por favor), eso  es un hecho.

El tirón de la Sombra Colectiva y de la Conciencia Elemental empujada por esa Sombra, dentro y fuera del ser humano,  es demasiado obvio, y me hace de nuevo sospechar que estoy más en una primera combinación de Rubedo-Nigredo que en una ultima de  Albedo-Rubedo.

Puedo equivocarme, por supuesto,  porque estás etapas se superponen,  pero el distintivo de estudio exhaustivo sobre las disciplinas esotéricas (astrología, alquimia, hermetismo, kabbalah) que ha caracterizado mi etapa de Albedo, es decir,  la que empezó poco antes de mis 40 años,  ya no es suficiente para atemperar un tipo de conciencia de fuego, o de Fuego Interno,  como lo llaman los Toltecas y tambien los Tantrikas,  que sólo se calma y se alivia con la práctica de una vida centrada en una percepción  y una experiencia  tántrica y/o chámánica. Los libros ya no pueden hacer nada por mi. Hablar y  escribir tampoco,  aunque siga hablando y escribiendo para los demás.

Por eso el bosque,  y por eso mi sospecha de que vivir en el bosque se ha convertido en una necesidad orgánica, de primer orden. Hasta que punto,  la fase de Rubedo me obligará a volver a la ciudad a otra cosa que  no sea trabajar para el despertar e integración de la conciencia,  y enseñar a otros a hacerlo, no lo sé. Mi deseo, que ya no es personal sino impersonal, está firmemente anclado en la Naturaleza,  porque es el único lugar donde siento que cabe, que no chirría por todos los goznes. Pero a saber. Mejor no tener planes para que Dios no se descojone de mí.

Planes o visiones como mandarme confeccionar (ya sé dónde y a quien) un anillo de oro blanco o de plata negra con un símbolo esotérico que incluye mis iniciales y tres gemas incrustadas: un diamante negro o una obsidiana para la Nigredo, un diamante blanco para la Albedo y un Rubí para la Rubedo. No me preocupan los plagios porque es un anillo esotérico, es decir, iniciático,  que sólo me sentiré digno de llevar cuando sienta haber transitado  y superado las tres etapas y sienta con toda claridad y certeza haber ganado dominio sobre el Negro,  el Blanco y el Rojo.

En Tantra,  el blanco es el color de Shiva y el rojo el de Shakti.  Representan el semen y la sangre menstrual sagrados,  respectivamente. Las dos esencias, masculina y femenina, que han de ser canalizadas y sublimadas en una tercera esencia, ni masculina ni femenina, libre ya toda polaridad.  Estos dos colores a menudo aparecen, aunque pocas veces, en el Sri Yantra, que es el mandala tántrico de la Integracion/Unión de lo Masculino y lo Femenino, en forma de triángulos blancos descendentes (la energia yang-masculina que baja del cielo) y triángulos rojos ascendentes ( la energía yin-femenina que asciende de la tierra), aunque esa dirección a veces puede estar invertida.  La integración  se produce en el Bindu, punto central del Mandala que representa la Conciencia Indivisible y  Unificada. Es decir. El Self. El Tao. Shiva después de haber absorbido y liberado a Shakti en la Corona de Mil Pétalos. Cristo, el centro de la Cruz que une el Espíritu a la Materia. Correctamente representado,  el Sri Yantra, tan parecido a la Estrella de David,  o la Merkabah o vehículo sutil creado por la Intención del Alma, si se compone de triángulos blancos y rojos,  se representa sobre un fondo negro que representa el Espacio Infinito y el Absoluto Indiferenciado del que venimos y al que volveremos todos. De alguna forma,  el Bindu, o punto sagrado,  es la ventana , el foco, el puente hacia ese Absoluto. Es el Absoluto Focalizado. Del mismo modo que la Sefirah Keter es el punto focalizado del Absoluto o Ain-Sof.

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Fomación del Sri Yantra a partir del Punto Focalizado del Absoluto

Las correspondencias entre el  Chamanismo,  la Alquimia, el Tantra e incluso la Kabbalah y el Cristianismo Esotérico son innumerables. Independientemente de la simbología de cada color en uno o en otro, todos apuntan en la misma dirección: la realización  de nuestra Naturaleza Última, pero integrando en ella todas las estructuras y  niveles de conciencia anteriores. Este es, conforme la Tradición  Esotérica Occidental, más que Oriental, el propósito del Ser Humano. La realización de la Gran Obra dentro y fuera de sí mismo. La Alquimia del Ser. La integración de  todo en todo.

Llevo poco más de dos años en el bosque. Mi intención era/es continuar este trabajo tántrico/chamánico/alquímico un año y medio más, justo hasta cumplir los 45, en febrero/marzo del 2020, fecha donde el tránsito astrológico del que he hablado antes,  estará justo en conjunción  exacta con mi Marte y AC. En términos profético-bíblicos,  un tiempo, dos tiempos y medio tiempo. Ese era el tiempo con el que Dios probaba y  templaba a fuego a sus profetas en el desierto antes de mandarlos de vuelta a predicar Su Palabra. En términos budistas,  la coincidencia es casi asombrosa: 3 años 3 meses y 3 días es el tiempo establecido para que el monje supere todas sus proyecciones mentales y se de cuenta de su naturaleza inherentemente vacía. Antes de eso,  tiene terminantemente prohibido enseñar. Los rituales chámánicos de paso, los duros y extenuantes procesos de desmembramiento o bajada al inframundo que los griegos llamaban Katábasis, fase inicial de casi todos los cultos mistéricos de las culturas mediterráneas,    los Hamblecheyapi  o Búsquedas de Visión de la Tradición Lakota, la Recapitulación y el entrenamiento sobre las facultades de la Intención (Intento) y la Atención (Acecho) de la conciencia de la Tradición Tolteca,  todos giran en torno al tiempo, dos tiempos y medio tiempo. Y por supuesto, las etapas de la transmutación hermética y alquímica.

Sólo puedo decir que haré todo lo posible por consumar este tiempo. Otra cosa es que pueda seguir haciéndolo aquí.

Pero en fin. Maktub. Sólo Dios sabe.

Bendito Sea.

 

 

 

 


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