La Alquimia del Alma

 

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La vida es una Forja, al menos para mí. Una Alquimia del Alma a tiempo completo. El propósito de esa Alquimia no es otro que integrar en una nueva dimensión del ser las impresiones subjetivas con las condiciones objetivas. Las primeras son la materia prima, el Registro, porque el Alma es un Registro,  con el que el Alma llega al mundo. Las segundas son el mismo mundo, que es otro Registro, que el Alma ha de ir incorporando al suyo propio, en una integración que no avanza nunca el línea recta sino en una espiral ascendente (con sus retrocesos y recapitulaciones) que sigue una dinámica expansiva semejante a los círculos concéntricos que se crean cuando alguien arroja una piedra en el agua.

Cada uno de estos círculos es una estructura de conciencia. Los círculos son necesarios para crear una noción de identidad a través del mecanismo de la identificación excluyente, pero cuando la identidad ha agotado ese nivel de identificación particular, necesita progresar (amplificarse) en un nuevo círculo. El paso de un círculo a otro círculo exige siempre un tipo concreto de muerte y un tipo concreto de renacimiento hasta que la nueva identificación/identidad se ha estabilizado. Esta muerte y renacimiento se produce precisamente gracias a la forja, a la presión que ejercen sobre el Alma las condiciones del mundo. Del éxito o fracaso de la integración dentro del Registro del Alma de esas nuevas condiciones,  depende el flujo o el estancamiento, es decir, el paso a una nueva y más amplia estructura de conciencia o el atrincheramiento en un determinado círculo a través de la solidificación de los mecanismos de defensa y de una identificación que termina por convertirse en una identidad disfuncional y regresiva.

Las condiciones objetivas que se encargan  y tienen como función hacer evolucionar las impresiones subjetivas en círculos de identificación/identidad cada vez más amplios y flexibles son los distintos grados de nuestra relación con el mundo.

Estas condiciones son siempre las mismas para todos al principio, es decir, son genéricas y colectivas. El paso de la estructura del Cuerpo  de Deseos o Astral del Alma a la estructura llamada Temperamento se produce siempre a través de la influencia de las condiciones genéticas. El paso de la estructura del Temperamento a la estructura del Carácter se produce siempre a través de las condiciones familiares. El paso de la estructura del Carácter a la estructura del Ego/Personalidad se produce siempre a través de la condiciones educativas y sociales. Estas condiciones son genéricas y casi universales para todo el mundo. Son necesarias e inevitables para evolucionar.

A partir de ahí comienzan a variar, y las condiciones se hacen cada vez más complejas y ambiguas. Las condiciones necesarias para pasar del nivel o estructura del Ego/ Personalidad al nivel o estructura del Alma Individual ya no están consensuadas ni establecidas socialmente, porque la sociedad en su conjunto está varada,  evolutivamente hablando,  en el nivel del Ego/Personalidad. Para avanzar de este nivel al nivel del Alma Individual, la persona ha de someterse al influjo y la presión de unas condiciones particulares que sólo pueden provenir de una estructura de conciencia que se haya ya individuado. Estas nuevas condiciones que pueden favorecer la Individuación de la estructura del Ego /Personalidad sólo pueden provenir de ciertos contextos terapéuticos y/o de desarrollo que,  en general, se encuentran más evolucionados. Esta es la razón por la que la persona que siente que ya no puede crecer dentro de una determinada estructura familiar o social necesita conocerse dentro de otros contextos nuevos de relación, identificación e identidad.

La primera función de la psicoterapia es, o debería ser,  proveer las nuevas condiciones necesarias para que comience el proceso de Individuación que permita avanzar a un nuevo círculo concéntrico de identificación/identidad y de estructura de conciencia: el nivel del Alma Individual.

Sin embargo, el camino alquímico del Alma no concluye con esta conquista, aunque esta conquista sea, comparativamente hablando, un lugar mucho más evolucionado que el lugar en el que se mueve la sociedad en su conjunto. Llega un momento en el que el nivel o la estructura de conciencia del Alma Individual necesita avanzar hacia el siguiente círculo,  que es su contacto con el Espíritu Interno, es decir, necesita comenzar a espiritualizarse y dirigirse hacia la estructura del Alma Espiritualizada, que es el paso previo y anterior a la estructura de conciencia que podríamos llamar propiamente Espíritu.

Estos dos pasos tienen ya la categoría de lo que esotéricamente podríamos llamar Iniciaciones, y hay pocas o ninguna formas de psicoterapia, ni siquiera la psicología analítica junguiana,  que puedan proveer las condiciones necesarias para que el Alma se siga alquimizando en este nivel. Aquí se hacen necesarias e imprescindibles dos cosas. Una práctica interna esotérica y espiritual y una práctica externa y mundana en la que, como dijimos al principio, las impresiones subjetivas y las condiciones objetivas vayan formando una unidad indiferenciable, en la que el sujeto y el objeto, lo subjetivo y lo objetivo, se integren en una nueva dimensión del ser.

Aquí las condiciones vienen de dos tipos de maestros y enseñanzas. El maestro  y la enseñanza en la forma de un Alma que haya adquirido este nivel o incluso más evolucionado de identificación/identidad,  y el maestro y la enseñanza que son las condiciones con las que el mundo, ya a través de cualquier persona, relación, evento,  suceso o experiencia, sigue templando la forja del Alma Individual, espiritualizándola, es decir, abriéndola como se abre y se templa el hierro al contacto con el martillo,  el fuego ardiente y el agua helada, para capacitarla para recibir y encarnar la presión y la Voluntad del Espíritu Interno.

El paso del Alma Individual al Alma Espiritualizada primero, y al Espíritu después,  exige la apertura a ser templado por el mundo a tiempo completo, porque todo, absolutamente todo lo que pasa constituye un medio para este fin, una enseñanza, un espejo, una condición que,  más allá de la atracción o el rechazo que produzca en las impresiones subjetivas, es y constituye lo necesario para la evolución.

En este nivel la vida no admite ya ningún refugio,  porque el mismo mundo es el maestro y todo lo que sucede, sucede siempre por una razón. Ser capaz de ver y oir esa razón implícita incluso en aquello que más nos desagrada, que más nos asusta, que más nos parece que no tiene nada que ver nosotros, es precisamente el único objeto de este nivel alquímico.

Lo realmente asustador de este nivel evolutivo es que el círculo concéntrico al que el mundo empuja al Alma a entrar y estabilizarse está cada vez más difuminado. Esta difuminación o disolución progresiva de las fronteras de los círculos conforme el Alma se expande y evoluciona es Ley para todos, porque el objetivo de su alquimia, es, como dijimos al principio, la integración de las impresiones subjetivas (lo que hay dentro del círculo) con las condiciones objetivas (lo que hay fuera del círculo).

Exactamente igual que cuando uno agita o tira una piedra al agua, cada círculo concéntrico que emerge desde el centro crea una frontera y un borde cada vez más difícil de distinguir, hasta que ya no es posible ver la diferencia entre lo de dentro y lo de fuera, es decir, hasta que el movimiento evolutivo y expansivo del Alma queda completamente integrado y absorbido dentro de la totalidad del ser que metafóricamente vemos en la totalidad indivisible de la superficie del agua,  y que, por cierto,  tan sólo es el primer nivel en el que se manifiesta el Espíritu.

Tras este nivel,  el mismo Alma Espiritualizada y el mismo Espíritu Interno, se verán sometidos a otras condiciones aún más complejas y profundas para ser divinizados hasta su identificación completa y sin fisuras con el nivel y estructura de conciencia que llamamos Divinidad (el agua no sólo en su totalidad superficial sino en su totalidad en lo profundo).

De nuevo, y tras este nivel, nos dicen las voces más rigurosas y serias del Esoterismo, se producirán otras nuevas e insospechadas condiciones necesarias para que esta Divinidad sea reabsorbida e integrada en la esfera del Absoluto,  del que emergerá un nuevo plano creativo en el que el Ser Humano Evolucionante habrá sido ya transformado en un Deidad Creadora (en un Logos) en sí mismo, capaz de crear mundos, condiciones y universos a partir de sí mismo, que es el objetivo último del viaje del Alma y de su plan evolutivo. Algo que pocos seres humanos son capaces de comprender en su estado de evolución actual , pero que comenzarán a comprender algún día, en su debido momento.

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